Patty Amiguet, representante de REMA, nos habla de la situación de las mujeres usuarias de cannabis y otras drogas en España, y de cómo se están organizando para cambiar las cosas.
La perspectiva de género ha llegado hace tiempo al uso de cannabis y otras sustancias. Cada vez más mujeres se organizan para denunciar su invisibilidad y marginación. REMA es una red de mujeres antiprohibicionistas creada en España. Hablamos con una de sus portavoces, Patty Amiguet, acerca del sector cannábico, de sus demandas y sus iniciativas por la igualdad.
A Patty Amiguet la hemos podido ver en un artículo reciente en este blog. Además de ser presidenta de la asociación cannábica Pachamama y de la federación CATFAC, es una de las miembros más activas de REMA, una organización de mujeres muy activa en el campo de las políticas de drogas en España. Le hemos entrevistado para conocer esta iniciativa.
Pregunta: ¿Cuándo y de dónde surge REMA?
Respuesta: REMA nació a principios de 2016, aunque su origen fue el grupo de mujeres de CATFAC (Federación de Asociaciones de Cannabis de Cataluña), que celebró varios encuentros previos donde se vio la necesidad de un grupo donde las mujeres pudiéramos expresar nuestras inquietudes en cuestiones relacionadas con las drogas.
Se creó un grupo sólido, donde muchas ya nos conocíamos por trabajar en el ámbito de las políticas de drogas. Había activistas, empresarias, científicas, de todo. Se decidió hacer una llamada a nivel estatal para ver si esa sensación de estar ahí pero no ser visibles, de estar en segunda línea, era real.
A finales de 2015, en Navidades, hicimos un llamamiento a una serie de mujeres que nos conocíamos del sector cannábico. Decidimos organizarnos e impulsar entre todas un encuentro de mujeres. Lo hicimos en tiempo record, porque Spannabis 2016 estaba a solo tres meses y allí sucedió el primer encuentro.
Lo convocamos como mujeres cannábicas pero allí surgió ya el concepto de REMA, la idea de llamarnos “mujeres antiprohibicionistas”, porque no todas éramos cannábicas o, al menos, no solo cannábicas.
P.: ¿Y cómo funcionáis?
R.: Como para organizar el encuentro ya hubo gastos, se decidió crear una asociación que fuera el paraguas del proyecto de Mujeres Cannábicas, a partir de lo que llamamos el Grupo Motor. Como asociación, existen una presidenta, una secretaria y una tesorera, pero no solemos ni mencionarlo, porque somos una plataforma horizontal y es el Grupo Motor el que se encarga de sacar adelante las tareas.
Se trataba de que, aunque en aquel momento estuviéramos centradas en el cannabis, más adelante pudiera albergar otros proyectos. El primer encuentro en Spannabis fue un éxito, con más de 100 mujeres participando a lo largo del día. Hubo gente de muchos países y de hecho nuestra maestra de ceremonias fue Lisa Campbell, de Women Grow.
P.: ¿Cuáles son las líneas de trabajo de REMA?
R.: De aquella jornada salieron tres áreas de trabajo de Mujeres Cannábicas:
– La salud reproductiva. Nuestra faceta de mamás cannábicas con todo lo que ello supone, la labor de cuidadora, la parte de la sexualidad y su relación con el uso de cannabis.
– La imagen de la mujer en el sector cannábico y la lucha contra la cosificación. Había un malestar evidente por cómo se usaba y se usa la imagen de la mujer para vender. También vimos que había muchas mujeres cultivadoras a la sombra de hombres, que se consideraban breeders a sí mismos, cuando en realidad las criadoras eran ellas.
– La incidencia en políticas de drogas introduciendo la mirada de género. Queríamos ponernos las gafas moradas a la hora de pedir cambios en las leyes. Además, los estudios sobre el consumidor cannábico promedio se basan en hombres blancos de 30-40 años de edad. Lo que hemos visto es que los efectos de la planta no son los mismos en hombres y en mujeres, y que hay variedades con efectos increíbles en las mujeres y que de eso no se habla casi nunca.
P.: ¿Y qué relación hay entre Mujeres Cannábicas y REMA?
R.: Durante más de un año estuvimos asistiendo a charlas y eventos donde nos invitaban. A lo largo del 2016 hasta mediados de 2017 todas nos fuimos dando cuenta de que REMA y Mujeres Cannábicas, en realidad, venían a ser lo mismo, porque teníamos cierta confusión…
P.: Sí, yo tampoco me aclaro mucho…
R.: No me extraña, porque yo misma, que estaba ahí metida, también tenía bastante confusión. Estábamos reuniéndonos vía Skype gente sobre todo de Cataluña, pero también de Canarias, Andalucía, Madrid, Castilla, etc. Mujeres Cannábicas era sobre todo una iniciativa de mujeres catalanas pero luego, a medida que se sumaban otras iniciativas y agrupaciones de mujeres, nos dimos cuenta de que REMA debía ser la asociación madre y que dentro de esa asociación podían caber todos los proyectos que quisiéramos.
También resolvimos así el tema de la participación de hombres sí o no. Lo de la inclusión de hombres nos lo habían preguntado bastantes veces y había opiniones dispares dentro de la asamblea. Al ser REMA una asociación sin jerarquía y con proyectos autogestionados y que se autofinancian, en cada uno de ellos podían decidir si se abrían a la participación de hombres. De esa forma, después de la asamblea de noviembre de 2017 todas llegamos entender la organización de una misma manera y acabó de coger forma.
P.: ¿Qué proyectos tenéis en marcha?
R.: Ahora mismo podemos decir que REMA somos tres proyectos: Mujeres Cannábicas, que está más centrada en la vertiente académica y suele participar en muchas charlas, jornadas, etc.; Muyeres y cannabis, que son un poco como Mujeres Cannábicas, un encuentro de mujeres (ahora son unas 120) que organizan jornadas y trabajan con las asociaciones sobre todo de la zona Noroeste (Castilla y León, Asturias, Cantabria,…); y Metzineres, que se define como una zona de cobijo para mujeres han sufrido violencia y consumen drogas, y que ha roto muchos esquemas. (Nota: Próximamente entrevistaremos a una representante de Metzineres para que nos explique este interesante proyecto).
P.: ¿Ha cambiado algo en la industria cannábica después de vuestra aparición?
R.: El sector cannábico evoluciona poco a poco. No sé si ha sido por nosotras, no quiero pensar que hemos sido solo nosotras porque hay otros grupos y mujeres que se están moviendo, pero vemos que la mayoría del sector comercial ha cambiado, sobre todo en la parte de marketing.
Es verdad que siguen llegando empresas nuevas, sobre todo desde Estados Unidos, que van a las ferias usando mujeres como cebo, pero si comparas con la Spannabis de hace cuatro o cinco años, cuando desde Mujeres Cannábicas sacamos un comunicado denunciando la pasividad de la feria ante ese tipo de cosas, ha habido un cambio y nos tratan diferente.
También parece que las empresas más arraigadas del sector ya nos conocen y cuando nos ven venir dicen “¡Uy, a ver qué van a querer estas!”. (Risas) No sé si es que algunos temen las represalias porque no nos callamos una. A la que vemos algo que no nos gusta por las redes sociales, algún tipo de iniciativa que nos parece absurda, lo dejamos ver.
P.: En el 2007 yo publiqué un artículo donde denunciaba la cosificación de las mujeres en el sector cannábico, hace ya once años. La cosa no está siendo fácil, ¿no?
R.: Sí, al principio hemos tenido que incidir en la parte más de denuncia, pero luego vimos que era mejor no generar enemistades ni mal rollo, al fin y al cabo lo que estamos pidiendo simplemente es igualdad. Igualdad, claro, con las diferencias intrínsecas entre cada uno y cada una y entre hombres y mujeres.
Igualdad a la hora de acceder a un producto, a la hora de que me traten igual… Que nos pasa que van chicas que son dueñas de un grow-shop a hablar con un comercial y este le habla solo al marido o a la pareja, que ha ido a acompañarlas, y tener que decirle “Oye, que es mi mujer la responsable de las compras, o del cultivo…”. Nos pasa continuamente. Creo que incluso nosotras tenemos también que reeducarnos, porque a veces pensamos así, por los prejuicios que hay alrededor de esto.
Así que sí que hay cambio, pero todavía hay mucho trabajo por hacer. El sector sigue siendo mayoritariamente masculino. En una pequeña encuesta que hicimos el año pasado a unas noventa empresas, vimos que hay algunas mujeres en cargos intermedios, pero que la gran mayoría de cargos directivos los ocupan hombres, aunque hay excepciones, con mujeres liderando empresas. Esto es algo que hay que cambiar porque hay mujeres igual de válidas en el sector.
P.: ¿Y en el movimiento asociativo?
R.: Más o menos lo mismo. El movimiento asociativo es mayoritariamente masculino, lo veo en mi día a día. Vas a la asamblea de CATFAC y estamos otras dos y yo. Y mujeres que estén en la junta directiva y liderando proyectos asociativos, la proporción es mínima. Hay una desproporción enorme hombre-mujer. También veo que la figura de la maternidad genera prejuicios y problemas.
Hay muchas mujeres que cuando se quedan embarazadas se ven obligadas a dejar cualquier cargo directivo en la asociación, porque si le dices a tu médico que trabajas en una asociación cannábica y que no fumas, igual te libras, pero sobre todo si le dices que consumes, seguramente van a mandarte a los servicios sociales en el momento del parto para aplicar los protocolos que existen en la Ley del Menor. Aquí en Cataluña es brutal y tenemos muchas compañeras de REMA que han tenido problemas con esto. Entras en una dinámica de tener que mentir, de decir que no consumes, y alejarte del movimiento por miedo a las represalias.
Y al final también por mucha de tu propia gente, que yo voy a Pachamama embarazada y, aunque hay muchos socios que está más que acostumbrados, hay otros a los que les impacta. Hay que cambiar todavía mucho la mentalidad, porque es así como nos han educado, piensa que también el prohibicionismo está basado en mentiras muy arraigadas, y cambiar eso ahora es complicado. No sé si seré yo o mi hijo quien lo vea, pero todavía falta.
Vas a las asambleas y lo ves en la cara de algunos: “¿Y esta niña qué hace aquí?”. Yo nunca me he sentido digamos maltratada, pero sí he visto muchos prejuicios y he tenido que demostrar mucho más para estar en el mismo sitio. No puedes bajar la guardia, y tienes que estar en todos lados para demostrar que vales lo mismo que hombres que no hacen ni la mitad que tú.
En eso no se distinguen el sector comercial y el asociativo. Y no culpo solo a los hombres, creo que nosotras también tenemos incrustados un montón de micro-machismos que nos han hecho mucho daño.
P.: ¿Y qué esperáis de los hombres de ambos sectores?
R.: Espero conciencia y que se despierten. Me gustaría que en el futuro, podamos mirar hacia atrás y decidir que [REMA] ya no hacemos falta. Que los hombres puedan entenderlo, aunque es muy complicado y me conformaría con que la mitad de los hombres acabaran pensando así. Me gustaría que todo el mundo tuviera claro el tema de la igualdad, del trato de igual a igual al tomar decisiones, del respeto cuando hablamos en público…
Aspiro a que los hombres puedan tener claros esos conceptos igual que ahora los tengo yo, porque si me hubieras preguntado hace años muchas cosas relativas a esto igual no te habría sabido responder. Pero igual que yo me he educado, he leído, me he informado, espero que todos los hombres puedan darse cuenta de las veces que han actuado de forma machista e intenten no repetirlo. Ahora que llevo un niño dentro de mí, estos conceptos son lo que más me apetece transmitirle.
P.: ¿Y qué os ha parecido el último 8 de marzo?
R.: La verdad que fue muy especial, porque nos juntamos en Barcelona mujeres de los tres proyectos. Aprovechamos para pasar el día juntas y conocernos. Se hizo una comida en femenino, y hubo también un acto en el Museo del Cáñamo, donde se leyó un manifiesto donde no solo se hablaba de cannabis y que parece que despertó conciencias. Pero el 8 de marzo tiene que ser cada día.
Percibimos más conciencia feminista, pero no basta con lo que se ve en una jornada concreta.
P.: ¿Hay organizaciones similares en otros lugares? ¿Estáis coordinadas?
R.: Sí las hay pero no estamos muy coordinadas. Yo he tenido la oportunidad de conocer mujeres de grupos de bastantes países. Hay Mujeres Cannábicas en Brasil, en Colombia, en Uruguay, Argentina… Pero todas tienen mucho trabajo en su propio país y no hay mucha coordinación, aunque sí que hay vínculos entre todas nosotras. Muchas no nos conocemos físicamente, pero cuando nos encontramos notamos que tenemos muchas cosas en común y es como si las conocieras de toda la vida. Después de nacer Mujeres Cannábicas tengo un montón de amigas en las redes sociales con las que hablo de todo esto y a las que no conozco en persona.
Aún no estamos coordinadas, pero creo que es cuestión de tiempo. En Sudamérica hay un montón de grupos. En Estados Unidos está NORML, con una sección más asociativa de mujeres y Women Grow, que son mujeres empresarias.
En Alemania está Cannafem Network, a las que conocimos hace dos años en Spannabis, en el encuentro que organizamos. Intentamos que los grupos se conocieran y se pongan en contacto. Y hemos ¡visto surgir proyectos a raíz de ese encuentro. Yo estuve en octubre en Atlanta (EE.UU), en la conferencia de Drug Policy Alliance, y había un montón de mujeres de todas partes implicadas en las políticas de drogas. En Uruguay tienen hasta subvenciones del gobierno.
P.: ¿Y el futuro?
R.: Pues uno de los grandes proyectos es precisamente coordinarse mejor. La base va a ser tener un Grupo Motor resolutivo. Solo hay que tener la cuota pagada para poder participar, y es una cantidad simbólica, 12 € al año. También queremos tener seguidoras que nos puedan donar. Además, queremos organizar un encuentro anual donde hombres y mujeres que nos apoyan puedan unir fuerzas. El proyecto está cada vez más definido, solo nos falta tiempo y dinero.
- Disclaimer:Aunque se ha hecho todo lo posible para garantizar la exactitud de este artículo, no está destinado a proporcionar consejo legal, ya que las situaciones individuales serán diferentes y deben consultarse con un experto y/o abogado.