Big Bud Regular

Big Bud Regular

La Big Bud Regular es el resultado de la combinación de Northern Lights, Skunk #1 y Afghani #1. Esta variedad con un 85% de predominio índica y flores relajantes ofrece un rendimiento excelente. Su perfil de terpenos y sabor mezcla notas terrosas y amaderadas con un toque dulce. La Big Bud es una gran elección para cultivadores de cualquier nivel.

Etapa de floración: 63 days

Duración total, de la semilla a la cosecha: 98 días

Rendimiento final: 95 gramos

Contenido en THC: 25,32%

Las semillas Big Bud Regular gozan de una larga y célebre historia, con una gran reputación a nivel internacional. Tuvieron un éxito inmediato en la escena del cultivo de marihuana en interiores, como consecuencia de su abundante producción de flores dulces y repletas de tricomas. La Big Bud se creó en la década de los 80 mediante la combinación de tres cultivos legendarios. Esta variedad cuenta con un linaje del que forman parte Northern Lights, Skunk #1 y Afghani #1. Esta combinación de genéticas reconocidas da lugar al perfil 85% índica / 15% sativa de la Big Bud Regular.

Esta creación llamó la atención de aficionados y cultivadores profesionales por diversos motivos. Como su nombre indica, la Big Bud ofrece rendimientos abundantes, una cualidad muy apreciada a la hora de elegir las semillas. También es una planta rápida: se puede llegar fácilmente de la semilla a la cosecha en menos de 100 días.

Como buenos aficionados a la marihuana, esta variedad resulta un capricho en forma de terpenos terrosos, dulces y florales. Los efectos de la Big Bud Regular son muy codiciados y se describen como un colocón calmante en todo el cuerpo. Combina todas estas cualidades y empezarás a entender por qué es tan popular. Así que, ¡vamos a cultivar una juntos!

El ciclo se llevó a cabo en nuestra sala de cultivo interior, y se utilizó BAC Lava Mix como medio para esta nueva aventura de cultivo. Nuestra Big Bud se colocó bajo una composición integrada por una lámpara HPS Green Power Phillips de 1000W y una campana reflectora, cuya misión era dirigir la luz hacia la copa de la planta.

La circulación del aire es una parte integral en cualquier jardín de interior, y equipamos nuestra zona de cultivo con dos tipos de ventiladores. Utilizamos pequeños ventiladores de pinza con velocidades ajustables para mover el aire dentro del cuarto de cultivo y alrededor de las plantas. Utilizamos un ventilador en línea conectado a un depurador de carbono para eliminar olores no deseados.

Germinación y plántula

Empezamos colocando nuestras semillas de Big Bud Regular en una toallita de papel húmeda, que cubrimos y colocamos en una zona oscura. Al cabo de unos días, nuestras semillas se abrieron y pudimos ver cómo surgía la raíz primaria blanca. A continuación, las transferimos con cuidado a un recipiente de 1 litro, utilizando unas pinzas para sujetarla suavemente, sin apretar.

Colocamos nuestra semilla en la tierra con la raíz mirando hacia abajo, y la cubrimos suavemente con unos 6 mm de tierra. Al segundo día, nuestra Big Bud salió a la superficie para saludar al mundo. Se controlaron las condiciones ambientales y se mantuvieron dentro del intervalo deseado. La temperatura ambiente con las luces encendidas permaneció estable en 23°C. La temperatura del aire durante el periodo de ausencia de luz se mantuvo en 21°C. La humedad del jardín se situó en un 65%.

Etapa vegetativa

Comenzamos la primera semana con unos resultados muy alentadores bajo un régimen lumínico de 18:6 horas. Tras abrirse paso hasta la superficie del suelo en la maceta de 1 litro, nuestra planta se desprendió rápidamente de la cáscara exterior de la semilla y empezó a alzarse hacia la luz.

Hay que mencionar que teníamos la lámpara fijada al techo, lo que reducía las posibilidades de modificar su altura. Dada la potencia de la luminaria y la naturaleza sensible de las plántulas, funcionó bien mantener una distancia constante de 300 cm hasta la copa.

Las primeras hojas simples emergieron y adquirieron un bonito color verde esmeralda. Esto nos indicaba un buen estado de salud y vigor. En general, no es necesario empezar a alimentar inmediatamente a las nuevas plántulas. De hecho, hay que tener cuidado de no regar en exceso la zona radicular de forma prematura.

En esta primera semana también liberamos insectos beneficiosos. Este método ecológico que emplea insectos depredadores ayuda a eliminar cualquier bicho dañino que pueda provocar un desastre para nuestra Big Bud. Dispersamos Hypoaspis miles para evitar las pupas del mosquito del hongo y del trips como parte de nuestra rutina proactiva de GIP (Gestión Integrada de Plagas).

En la segunda semana no se observó un crecimiento vertical importante, pero sí un aumento del follaje inferior. En esta fase inicial, nuestra Big Bud se esfuerza mucho en asentar y hacer crecer nuevas raíces bajo el suelo, que más tarde sostendrán el crecimiento de la biomasa por encima del mismo. Para estimular este desarrollo de nuevas raíces, la trasplantamos de la maceta de 1 litro a una de 3 litros, lo que permitió que las raíces tuvieran más espacio para expandirse.

Para ayudar a nuestra Big Bud a crecer de forma uniforme, rotamos la planta un cuarto de vuelta diariamente, lo que contribuye a fortalecer y desarrollar el tallo. El movimiento de aire constante también puede reforzar las ramas. Sin embargo, se evitó que el ventilador incidiera directamente sobre nuestra joven planta.

También iniciamos la mezcla de nutrientes para el ciclo vegetativo en nuestra solución de agua. La CE de nuestra solución en el momento de la alimentación era de 1,5, que puede ser elevada para raíces jóvenes, pero queríamos desafiar los límites con este cultivo. La solución se añadió alrededor de la base del tallo central en un volumen de 100 ml.

Comenzó la tercera semana, y observamos un aumento significativo de la altura, los nudos y el follaje. La planta había ganado unos sustanciosos 10 cm en su crecimiento vertical, pasando de 4 a 14 cm.

Continuamos con un programa de alimentación diaria a base de 100 ml de solución, y esta semana aumentamos ligeramente la CE a 1,6. Previamente a la alimentación, el pH de la solución se mantuvo constante en 6,2. Nuestro programa de iluminación siguió siendo de 18 horas de encendido y 6 horas de apagado por cada ciclo de 24 horas. El espacio interno de nuestra Big Bud estuvo en todo momento muy cerrado, lo que proporcionaba a la planta un aspecto corto y achaparrado.

Añadimos dos nuevos insectos beneficiosos a las plantas de Big Bud. En primer lugar, añadimos Amblyseius cucumeris, que se utiliza para eliminar las larvas de trips. Luego añadimos Amblyseius californicus para luchar contra los ácaros de dos manchas que acechan al cultivo.

En la cuarta semana ya pudimos observar cómo sobresalían las raíces por la base de nuestra maceta de 3 litros. Esto era un indicador visual de que nuestra Big Bud necesitaba un trasplante, así que la trasladamos a una maceta de 5 litros para fomentar el crecimiento ininterrumpido de las raíces.

En cuanto al régimen de riego, empezamos la semana con 100 ml, pero aumentamos gradualmente la cantidad cada día hasta alcanzar los 200 ml diarios al final de la misma. Para evitar la acumulación de sal en la zona de las raíces, lavamos la tierra durante un día, añadiendo al medio de cultivo 500 ml de agua pura con el pH regulado.

La gestión integrada de plagas consistió en la dispersión de una segunda ronda de Hypoaspis miles para prevenir las larvas de mosquitos y trips. Aunque la planta era robusta y crecía con firmeza, seguimos rotándola un cuarto de vuelta cada día para que se adaptese a los diferentes ángulos de luz de forma uniforme.

Normalmente, en la quinta semana cambiamos el programa lumínico para inducir la floración, pero nuestra Big Bud aún no estaba preparada. El estrecho espaciado internodal mantuvo contenida la altura, pero nos alegra, ya que esto se traduce más tarde en colas más densas.

A causa de la estatura compacta de nuestra Big Bud y de la gran anchura que presentaban las hojas en abanico, algunas de las ramas inferiores no recibían luz. Para contrarrestarlo, plegamos las grandes hojas de abanico a los lados de las ramas a medida que ascendían buscando la luz.

Las hojas presentaban un color verde sano e intenso, sin signos de deficiencia de nutrientes ni de toxicidad. El volumen de la solución comenzó con 200 ml diarios y se ajustó de forma cotidiana para terminar la semana en 450 ml. La CE de la solución subió ligeramente a 1,7 en cada alimentación. La humedad también se modificó, bajando del 65% al 60%.

Etapa de floración

Al comienzo de la sexta semana, la planta había ganado rápidamente altura, y ahora ya alcanzaba los 42 cm. Decidimos que era un buen momento para cambiar el horario de luz a 12 horas de encendido y 12 horas de apagado para iniciar así la etapa de floración.

Los nutrientes pasaron de la fórmula vegetativa a la de floración, y subimos la CE de nuestra solución a 1,8, valor que se prolongaría durante el resto del ciclo de cultivo. A medida que avanzaba la semana y la planta empezaba a estirarse, vimos cómo adquiría la clásica forma de árbol de Navidad.

Como nuestras semillas de Big Bud son regulares, es posible obtener una planta macho o hembra. La identificación del sexo se realiza durante las primeras semanas después de que la planta de marihuana entre en la etapa de floración. Los jardineros se fijan en los nudos a lo largo del meristemo central para saber si empiezan a formarse las preflores.

A finales de la séptima semana comprobamos que nuestra Big Bud era hembra. Continuando con nuestros esfuerzos en materia de gestión integrada de plagas, soltamos otra ronda de Amblyseius cucumeris y Amblyseius californicus para frenar cualquier población relevante de larvas de trips y arañas rojas de dos manchas.

Al comenzar la octava semana, realizamos otro lavado con agua pura a un pH de 6,2. Durante el resto de la semana, alimentamos a nuestra Big Bud con 500 ml de agua mezclada con nutrientes de floración con una CE de 1,8. De una semana a otra, la planta creció casi un 30% en altura, pasando de 58 cm a 75 cm.

La morfología de nuestra Big Bud se ajustaba a su linaje 85% índica / 15% sativa. Se mantuvo compacta en su conjunto, a pesar de la aceleración del crecimiento durante la fase de floración. El estrecho espacio entre nódulos es un precursor de colas más grandes, ya que las flores jóvenes crecen y se hinchan unas con otras al cabo del tiempo.

Aunque no observamos ninguna plaga a lo largo de este cultivo, no queríamos relajarnos y liberamos una ronda más de Hypoaspis miles para controlar cualquier pupa de mosquito o trips.

En la novena semana, todas las puntas de las ramas estaban cubiertas de pequeñas bolas blancas de estigmas. Como las brácteas de las que salen los estigmas aumentaban en número y densidad, continuaban apareciendo los primeros signos de desarrollo de los cogollos.

Durante esta semana redujimos la humedad en un 2%, hasta situarla en un 58%, para contrarrestar el riesgo de botritis o moho en los cogollos. Esta es una práctica habitual durante la etapa de floración, especialmente cuando se cultivan variedades que forman grandes y gruesas colas, como hace la Big Bud.

La producción de tricomas se incrementó considerablemente al comienzo de la décima semana. Con el aumento del tamaño de los cogollos, nos aseguramos de que el ventilador interior proporcionara un flujo de aire adecuado alrededor de la copa.

A partir de esta semana y hasta el momento de la cosecha, mantuvimos la HR en un 52%. También efectuamos un lavado de un día para eliminar cualquier exceso de depósitos de sal en la tierra. Realizamos este «mini-lavado» utilizando 500 ml de agua pura, que regamos a mano empapando las raíces. Nuestra Big Bud se alimentó con nutrientes de floración mezclados en el agua durante los seis días restantes, con una CE de 1,8.

En la undécima semana, la altura total aumentó apenas 3 cm (de 90 a 93) con respecto a la semana anterior. Nuestra planta Big Bud mostraba signos de que había sustituido por completo la producción de raíces y biomasa por la de flores y resina. Seguimos alimentándola diariamente con 500 ml de agua con nutrientes para la floración.

En la doceava semana todavía quedaban muchos estigmas blancos que sobresalían de los cogollos recién formados en todas direcciones. Normalmente, en la quinta o sexta semana de floración, la Big Bud empieza a desarrollar cogollos con mayor rapidez que en las primeras semanas de floración.

Al evaluar la planta, optamos por enjuagar la tierra con 500 ml de agua pura el primer día. Volvimos a los nutrientes de floración durante el resto de la semana. La solución siguió alimentándose con una CE de 1,8 a un pH de 6,2.

El estiramiento vertical de nuestra Big Bud terminó en la decimotercera semana y se mantuvo invariable en los 93 cm de altura. La producción de tricomas también aumentó, con las hojas de azúcar y los cogollos recubriéndose cada día con más cabezas brillantes.

La verdadera prueba de madurez de cualquier planta de marihuana consiste en observar el color de las cabezas de los tricomas. Tras constatar que las cabezas de nuestras flores eran más claras que ámbar, continuamos con nuestro programa regular de alimentación con nutrientes para la floración.

En la decimocuarta semana comenzamos el lavado de fin de floración, que consiste en suministrar diariamente a la planta 500 ml de agua pura con un pH de 6,5. Esto elimina los nutrientes móviles de la tierra, lo que obliga a nuestra Big Bud a echar mano de sus reservas. Se produjo un descoloramiento natural de las hojas, y más estigmas se volvieron marrones y se retiraron a las brácteas. Este cambio de color es un excelente indicador visual de la eficacia del lavado.

En la decimoquinta semana continuamos con los aportes de agua pura diarios. Tal como deseábamos, vimos que el color de las hojas se atenuaba cada vez más. 

Como se nos había extraviado la lupa de joyero para inspeccionar las cabezas de los tricomas, recurrimos a nuestro teléfono móvil, hicimos una foto de primer plano y aumentamos el tamaño de la imagen. Así pudimos ver claramente las cabezas de los tricomas y la proporción de sus colores. ¡Nuestra Big Bud Regular estaba por fin lista para ser cosechada!

Cosecha

Nuestra semilla de Big Bud Regular había brotado y crecido hasta convertirse en una magnífica planta lista para su cosecha en un plazo de 98 días. La decisión de cosechar se basó en la proporción de cabezas de tricomas de color claro, lechoso y ámbar.

Antes de cortar la planta por la base, hicimos algunas cosas con el fin de prepararla para el secado. En primer lugar, quitamos las grandes hojas de abanico, lo cual acelerara el proceso.

Cortamos nuestra Big Bud por la base, a ras del suelo, utilizando una podadora grande para seccionar el grueso tallo central. La trasladamos seguidamente desde la zona de cultivo a una sala oscura y climatizada para su secado.

Las temperaturas se mantuvieron a 15,5°C, con una humedad constante del 60%. Esto permitió que la planta, que colgamos boca abajo para que se secara, lo hiciera a un ritmo moderado. En total transcurrieron 17 días antes de que consideráramos que estaba lo suficientemente seca como para empezar el proceso de curado.

El curado de nuestra Big Bud se logró en pocos pasos. En primer lugar, recortamos los cogollos y los retiramos de las ramas. Las flores eran grandes y densas, con una elevada relación cáliz-hoja. Esto facilitó el recorte, ya que no había mucho follaje que eliminar entre los brillantes cogollos.

A continuación, dividimos las colas grandes en trozos más pequeños para garantizar un curado uniforme mientras permanecían en los tarros de cristal. Sacamos los tarros de curado durante los primeros días del lugar de almacenaje (oscuro y fresco) y los abrimos para liberar la humedad acumulada de los cogollos que aún se estaban secando.

Hicimos eructar los frascos de flores de Big Bud recién cosechadas durante la primera semana, y cada vez que lo hacíamos el perfil de terpenos se intensificaba. Los cogollos ya habían igualado los niveles de humedad interna y externa, por lo que sellamos los tarros para que se curaran durante algunas semanas más.

Tras el secado y el curado obtuvimos 95 gramos de marihuana de gran aroma, cubierta de tricomas y de primera calidad. Nuestra Big Bud fue sometida a pruebas de laboratorio y presentaba un nivel de THC del 25,32%. La Big Bud encierra una potencia extraordinaria, y hemos conseguido unos resultados excelentes.

Perfil de terpenos

A medida que nuestra Big Bud crecía, desprendía un aroma dulce, que recordaba a la melaza, pero con un toque especiado. Cuando la cosechamos, empezó a desarrollarse un matiz terroso y amaderado. Cada vez que eructábamos nuestros tarros de curado, la compleja mezcla de terpenos se hacía más patente. Los principales terpenos presentes en nuestra Big Bud eran el pineno, el mirceno y el ocimeno.

El pineno es el terpeno más común de la naturaleza. Concretamente, el pineno A puede adoptar una gran variedad de olores, que se asocian comúnmente con el aroma de los pinos. Nuestra Big Bud es un ejemplo de variedad de marihuana con el terpeno b-pineno, por lo que nos ofrece una fragancia terrosa y amaderada.

El mirceno se suele mezclar bien con otros terpenos en lugar de representar el aroma dominante. Más bien complementa al resto de terpenos añadiendo una capa más de terrosidad. Sin embargo, para esta variedad, lo más importante es que añade un aire dulce y especiado.

El ocimeno es un terpeno poco frecuente tanto en el cannabis como en la naturaleza. En el caso de nuestra Big Bud, se añadió en puntos clave, reforzando el perfil de terpenos general. El ocimeno aporta un olor tenue y amaderado, además de contribuir a la dulce fragancia subyacente de la Big Bud.

La paleta de sabores de nuestra Big Bud era igualmente compleja. En un extremo del espectro, presentaba una tonalidad terrosa, a sándalo y especias. Complementando esos sabores, en un espectro opuesto, se encontraban los toques frescos, dulces y florales menores.

Fiel a su potente linaje índica, la Big Bud es una variedad pensada para relajarse. Nuestras experiencias con ella han sido calmantes, potencialmente relacionadas con la presencia de mirceno en su perfil. La mayoría de la gente coincide en que la Big Bud ofrece un colocón corporal reconfortante que es suave y alivia el estrés, pero que también puede llevar al apalanque si se consume demasiada.

El resultado

No se necesita mucha experiencia para cultivar esta variedad a pleno rendimiento. Con algo de planificación y el entorno adecuado, cualquier jardinero, sea cual sea su nivel de experiencia, puede conseguir una gratificante cosecha de cogollos de tamaño gigante con nuestra variedad Big Bud (disponible en semillas regulares, feminizadas y autoflorecientes).

Esta variedad no precisó de regímenes especiales para su alimentación o riego, lo que es ideal si tienes diferentes variedades en el jardín. La naturaleza compacta de nuestra Big Bud y sus fuertes ramas laterales nos permitieron completar el cultivo sin necesidad de recurrir a técnicas de entrenamiento especiales ni a redes SCROG.

Cosechamos 95 gramos, lo que equivale a un gramo por cada día que nuestra Big Bud estuvo en la tierra. Esta variedad resultó ser una de las que más disfrutamos por la noche debido a sus cualidades relajantes y a su alto nivel de THC, que alcanzó un 25,32%.

¿Cuál ha sido tu experiencia con la Big Bud? Si eres jardinero y has cultivado alguna de sus variedades, nos encantaría conocer tu experiencia en la sección de comentarios.

No olvides echar un vistazo al resto de informes de cultivo en los que analizamos las genéticas más prestigiosas de Sensi Seeds.

  • Disclaimer:
    Las leyes y regulaciones relativas al cultivo de cannabis difieren de un país a otro. Por lo tanto, Sensi Seeds recomienda encarecidamente que se revisen las leyes y regulaciones locales. No se debe actuar en contra de la ley.

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    Sensi Seeds

    El equipo editorial de Sensi Seeds incluye botánicos, expertos médicos y legales, además de activistas de renombre como el Dr. Lester Grinspoon, Micha Knodt, Robert Connell Clarke, Maurice Veldman, Sebastian Marincolo, James Burton y Seshata.
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