Te engancha como una novela, es tan colorida como una película de Bollywood y tan filosófica como el Bhagavad Gita: la autobiografía de Mila «How I Became the Hash Queen» es uno de esos libros que te hace ver tu vida con una mirada nueva. Es un homenaje a la libertad, una carta de amor a la naturaleza y una patada en el trasero de todos los quejicas.
«Todos buscábamos el paraíso. Aquí. Ahora.» Aquí y ahora fue el 5 de diciembre de 1968 en India. Mila encontró el paraíso. Era su 24 cumpleaños.
Junto con su hija pequeña Miloes y tres compañeros de viaje, paseaba por la playa en Goa. Llevaban viajando exactamente 102 días. Principalmente en autocaravana, pero también en barco, autobús y tren, a pie, a caballo, en bicicleta y en balsas, y una vez incluso sobre cables.
Viajaban de Ámsterdam a Calangute. Mila estaba cansada. Pero feliz. Un sentimiento compartido por los lectores de su autobiografía «How I Became the Hash Queen» («Cómo Me Convertí en la Reina del Hachís»). En las primeras 100 páginas, los acontecimientos se suceden a un ritmo vertiginoso. ¿Podemos tomarnos un descanso? Ni de casualidad. Estás completamente absorbido por el mundo de Mila y te mueves como el cannabis dentro de un Pollinator®.
Mila le debe su apodo al Pollinator®, el método sorprendente y sencillo para separar los tricomas del material vegetal. La «Reina del Hachís» cambió la industria del cannabis para siempre.
Mila como icono femenino del cannabis
Solo gracias a su invento hoy podemos, sin grandes esfuerzos ni gastos, producir hachís de alta calidad. High Times le concedió el premio «Lifetime Achievement Award» por su trabajo. Todos los amantes del cannabis se lo agradecen con respeto y admiración. Ninguna Cannabis Cup o evento del estilo se lleva a cabo sin Mila como miembro del jurado, ponente o invitada de honor.
Mila es uno de los pocos iconos femeninos de esta industria, que sigue estando dominada por hombres. Obviamente, el cannabis juega un papel principal en su libro. Se habla bastante de fumar, a lo largo de décadas y por todo el mundo.
Prefiere fumar marihuana al estilo de la «vieja escuela» en un porro liado en casa. Mila no es fan de los vaporizadores ni de métodos de consumo como el dabbing. A pesar de su gran amor por el cannabis, reducir su libro solo a este tema sería tener las miras muy cortas.
La historia de Mila es la historia de una madre, una empresaria y una pionera. Trata de amor, de libertad y de las cuestiones fundamentales de la vida: ¿Quién soy? ¿Cuál es mi sitio? ¿Qué pasa después de la muerte?
Mila fumó su primer porro relativamente tarde en su vida. Ya tenía 20 años y era madre de una niña. El tema central de su vida no es el cannabis, sino estar en movimiento y poder seguir moviéndose.
Todo empezó en Liverpool
Mila era literalmente una viajera mientras aún estaba en la cuna. Como hija de un ingeniero de Shell, creció en el Reino Unido, en Indonesia y en los Países Bajos. Tuvo una infancia feliz, hasta que su madre sufrió un derrame cerebral, tras el cual se vio confinada a una silla de ruedas.
Después de que Mila se quedara embarazada muy joven, terminó en un hogar para madres solteras. Las escenas que describe de aquel lugar son desgarradoras. Mujeres jóvenes tratadas como ganado e intimidadas para que entregasen a sus hijos en adopción. Mila consiguió escapar, con su hija.
Se mudó a una pequeña habitación en el centro de Ámsterdam y trabajó como costurera para un estudio de moda. Allí conoció a Henk Koster, con quien poco después abrió su propio estudio. Kink 22 se convirtió en un gran éxito y, de repente, Mila formaba parte de uno de los jóvenes grupos de vanguardia de la escena de la moda holandesa. No paraba de ir y venir en jet de Ámsterdam a Londres, de fiesta y de LSD.
Kink 22 se convirtió en víctima de su propio éxito y Henk decidió probar suerte en la industria cinematográfica italiana. Kink 22 cambió a Cleo de Merode, para mucha gente el primer coffeeshop de verdad de los Países Bajos. No obstante, sin duda eso no es del todo exacto porque, aunque las drogas se toleraban y compartían, nunca se vendieron allí.
Cleo de Merode se convirtió en el punto de referencia en el centro del universo de la música, la moda y el arte en expansión. Para la policía, el café de Mila era una espina clavada. Las quejas de los vecinos sobre el ruido y el comportamiento indecente no dejaban de acumularse. Cuando los servicios sociales amenazaron con quitarle a su hija, se puso en marcha rápidamente.
Con Miloes de su mano y 600 dólares estadounidenses en el bolsillo, Mila viajó por tierra hasta la India.
«El mundo era nuestro hogar y estábamos listos para explorarlo».
La segunda parte del libro tiene lugar casi en su totalidad en Asia. Como lector, te preguntas si la escritora puede continuar a una velocidad tan vertiginosa. No lo hace, lo que es bueno. Mila se vuelve más reflexiva.
Se permite detenerse una y otra vez. A veces era la única opción:
«No teníamos dinero. Nos parecía que era como la libertad total. Muchos de nuestros planes y pensamientos están relacionados con cosas materiales, pero si no las tenemos, no tiene sentido pensar dónde queremos viajar, qué libro queremos leer, qué ropa nos vamos a poner y lo que nos gustaría comer para cenar. Lo único que puedes hacer es dejarte llevar y confiar».
En la India, Mila aprendió a confiar en el curso de la vida. Se dio cuenta de que la manera occidental de querer siempre mejorar las cosas llevaba a la frustración y a la insatisfacción. Junto a Miloes, Mila se convirtió en la madre de Merl, Lali y Chimed. Sus padres respectivos solo se quedaron brevemente con la familia. Ninguno de ellos contribuyó a prestar ningún tipo de apoyo.
Mila siempre se las arreglaba de una forma u otra. Enviaba hachís a Europa en libros huecos. En Delhi, compraba blusas decoradas con abalorios y lentejuelas que podía vender a buen precio en Los Ángeles y Nueva York.
Mucho antes de la aparición del etiquetado «Comercio Justo» y «Orgánico», Mila creó una cooperativa en el Himalaya formada por unas 60 costureras que tejían jerséis de lana gruesa para ella – por aquel entonces, un absoluto «imprescindible» de moda. Mila es una emprendedora con talento. Tiene olfato para las tendencias de la moda, una idea de marca y la capacidad de relacionarse con las personas adecuadas.
Si estás empezando a tener la impresión de que la autora se describe a sí misma en su autobiografía como una súper mujer que destaca en todo lo que hace, puedo asegurarte que no es así.
Cuando se le pregunta qué consejo les daría a otras personas que ponen en marcha negocios, lo único que responde es: «Hazlo. Simplemente hazlo. No es tan aterrador como parece.» No todo lo que Mila tocaba se convertía en oro y como todos nosotros, de vez en cuando cometía algún error tonto.
Una vez la detuvieron en Frankfurt con una maleta llena de hachís. Tuvo la suerte de librarse de la cárcel sin una sentencia significativa. Son escenas como esta las que te permiten comprender a Mila y las que le dan a su historia la profundidad necesaria.
La Reina del Hachís vuelve a Ámsterdam
Después de casi 20 años en el subcontinente indio, Mila regresó con su hijo más joven, Chimed, a Europa, donde vivían Miloes y su novio. Los otros dos niños se quedaron en su internado en Mussoorie.
Una vez más, la madre soltera se enfrentaba a la pregunta: ¿Cómo voy a alimentar a mi familia? Por aquel entonces, Ámsterdam era la Meca de los amantes del cannabis. Regularmente salían nuevas variedades de cannabis al mercado. En 1988, High Times organizó la primera Cannabis Cup. Los coffeeshops generaban una gran demanda de productos de alta calidad.
Después de que Mila se reuniera con algunos viejos conocidos de Goa, todos decidieron implicarse en la escena de los cultivadores. Era un mundo de hombres, pero eso le daba una ventaja. Durante años, Mila logró pasar desapercibida ante las autoridades. Ganó lo suficiente para pagar la educación de sus hijos. Pero: los pagos eran irregulares, el trabajo era estresante.
Cómo se inventó el Pollinator®
Una tarde, después de un largo día de trabajo, Mila estaba de píe agotada frente a su secadora. «De repente me di cuenta de que la ropa estaba dando tumbos en la secadora de la misma manera en que yo agitaba las hojas de cannabis sobre un tamiz».
La idea del Pollinator® se había plantado. Después de un poco de experimentación y de prueba y error, las primeras máquinas estuvieron listas para la venta. Al principio, los clientes tuvieron sus dudas. Les parecía que el hachís producido mecánicamente era demasiado fuerte.
Mila se adelantó a su tiempo, y todavía faltaba mucho para todo el bombo sobre las variedades de cannabis con alto contenido de THC y los concentrados ultra potentes como el shatter y la cera. Con el paso de los años, y con dos productos consecutivos (Ice-o-lator® y Bubbleator®), consiguió tener éxito. Mila ahora goza de una seguridad financiera. ¿Ha llegado la hora de descansar? ¡De ninguna manera!
Mila abrió un hotel completamente dedicado al cannabis. Regresó a la India y descubrió que todo había cambiado. Manali había caído en picado y se había convertido en un gueto para mochileros, donde las familias nómadas, una vez orgullosas, ahora posan para las fotos de los turistas. Ahí sigue en pie el Himalaya, que no se ve afectado por todo el alboroto.
Mila realizó un documental, en el que trabajó con su hermana y un pequeño equipo. Mila’s Journey ofrece algunas ideas fascinantes sobre una cultura atrapada entre la tradición y la modernidad. Desde Dharamshala en el oeste hasta Srinagar en el este, hay un enorme panorama montañoso. Aquí, en lo alto por encima del techo del mundo, es donde sus hijos esparcirán sus cenizas algún día.
¿Qué le depara el futuro a Mila Jansen?
La «Reina del Hachís» no tiene planes de morirse en mucho tiempo. Conocí a Mila, que ahora tiene 74 años, en el Jardín Botánico de Ámsterdam. Era uno de esos días calurosos de verano, en los que hay calima por el calor.
Mila no tenía ni una gota de sudor en la frente. Cuando se ríe, y Mila se ríe mucho, le salen hoyuelos en las mejillas. Me dedicó una sonrisa traviesa y me habló de sus próximos viajes.