Los nombres de Ben Dronkers y Sensi Seeds son sinónimos de marihuana de primera clase y están ligados a los orígenes de la cría de cannabis en los Países Bajos. Durante este 2025, 40° aniversario de Sensi Seeds, analizamos a fondo ambos aspectos en una serie de artículos mensuales que incluyen entrevistas exclusivas y una variedad histórica en cada entrega.
- El mayor banco de semillas de marihuana del mundo cumple 40 años
- Capítulo uno: Afghani #1, 1985
- Capítulo dos: Northern Lights, 1985
- Una hazaña premiada
- La fundación de los clásicos modernos en la historia holandesa de la marihuana
- Una mala época en Estados Unidos
- La persistencia y la determinación generan cambios duraderos
- La cárcel como una oportunidad para investigar
- Oculto a plena vista
- Capítulo tres: Skunk #1, 1987
- La llegada de las Skunks lo cambió todo
- La High Times Cannabis Cup desconocida
- Al abrirse una puerta, se cierra otra
- La Skunk tiene una vida propia
- El comercio de hachís no estaba exento de riesgos
- Capítulo cuatro: Hash Plant, 1987

«Cuando comenzamos, no había activistas, por supuesto. Sólo había gente a la que le gustaba fumar». Ben Dronkers le da una profunda calada a un gran porro. Evoca sus memorias, pero al mismo tiempo hace una reflexión filosófica. «Y cuando uno empieza a fumar, también despierta el interés por otras cosas, ¿verdad?».
Efectivamente. La marihuana estimula la curiosidad sobre todo tipo de temas, desde la antropología hasta la agricultura. ¿Desde cuándo la consumen los seres humanos? ¿Qué más podemos hacer con ella? ¿Por qué se ilegalizó? ¿Cómo podemos volver a legalizarla? Y una pregunta fundamental para el joven Ben de los años 70: ¿qué ocurre si cruzo esta variedad con aquella?
Ben exhala y deposita limpiamente la ceniza en un antiguo cenicero de latón artesanal de Borneo. Está mirando por la ventana, remontándose al pasado, contemplando el paisaje de hace cuatro décadas en el mismo tramo del canal de Ámsterdam en el que estamos ahora. Los tejados de los edificios no han cambiado mucho en más de 200 años. Sólo las fachadas de las tiendas, incluida la suya. Sonríe.
«Cuando abrí mi primera tienda de semillas, creo que fui el primero en todo el mundo en tener un comercio de verdad a pie de calle. Había gente que se dedicaba a la venta por correo, pero la mía era una tienda a la que podías entrar. Y con el tiempo se convirtió en lo que es ahora».

«Lo que es ahora» es Sensi Seeds, aunque antes fue The Sensi Seed Bank, Sensi Seed Club, Sensi Connoisseur’s Club y The Seed Bank of Holland. En 2025 se cumplen 40 años desde que Ben Dronkers puso a la venta una pequeña selección de semillas de marihuana. Al principio solo las vendía por correo, pero posteriormente abrió una tienda en el corazón de Ámsterdam, donde el Barrio Rojo confluye con la zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La tienda sigue funcionando, y algunas de las variedades originales de la vieja escuela siguen presentes actualmente en el catálogo de Sensi Seeds: Hash Plant, Skunk #1, Afghani #1, Early Skunk, Early Pearl… todas duplican en edad a algunas de las personas que las cultivan. Es un testimonio de su atractivo imperecedero y de su merecido lugar en los registros históricos sobre la crianza de marihuana.
El mayor banco de semillas de marihuana del mundo cumple 40 años
En este artículo por entregas analizamos a fondo 12 de las variedades de marihuana más antiguas, populares y longevas de Sensi Seeds. Publicaremos una cada mes a lo largo de 2025, el año que marca el 40 aniversario del mayor banco de semillas de marihuana del mundo.
Ben y su familia comparten con nosotros anécdotas ocurridas durante la primera década de la empresa, así como detalles relacionados con las distintas variedades, desde su creación hasta sus efectos. Analizamos qué estaba pasando en los años en que salieron a la venta: ¿cómo era el mundo cuando se lanzaron estas variedades que revolucionaron la escena? Y en un futuro inmediato, ¿qué otras variedades se están creando a partir de ellas?
No te pierdas ninguna entrega, cada mes publicamos una nueva. ¡Comparte también tus recuerdos en los comentarios!
Capítulo uno: Afghani #1, 1985
La Afghani #1 no agrada a todo el mundo. Unos 20 años después de su lanzamiento, un joven francés entró en el banco de semillas de Sensi y me dijo que no era fumable, es decir, que literalmente no se podía fumar. En esa época, las variedades dulces y afrutadas eran el centro de atención. El profundo y penetrante aroma funk de la hierba afgana original quizá resultaba demasiado atrevido para algunos.
Pero cuando un purista quería una variedad autóctona índica del Himalaya, le dábamos una Afghani #1, pues era lo más parecido que teníamos. Del mismo modo, cuando un turista nos pedía una «hierba auténtica de la vieja escuela, como la que solíamos fumar en los años 70», echábamos mano de la Afghani #1, pues encajaba a la perfección en esa definición.
Y cuando un criador aficionado se pasa una hora describiendo minuciosamente lo que quiere conseguir (la venta de semillas de marihuana es a veces un proceso lento y cooperativo, como un mecánico y un piloto de carreras repasando las necesidades y posibilidades de un bólido), la Afghani #1 resulta ser una excelente respuesta.
De hecho, en la actualidad sigue siendo tan estupenda como antaño. La Afghani #1 de Sensi Seeds es el antepasado directo de al menos 51 variedades registradas que figuran en Seed Finder. Se desconoce el número real de sus descendientes, pero sin duda es enorme.
Afghani #1: el motor del éxito

Aunque esta variedad ha generado una gran cantidad de híbridos, aún mayor es el número de personas que han comprado las semillas. La Afghani #1 Regular lleva vendiéndose ininterrumpidamente desde su lanzamiento en 1985. Primero por correo, luego en tiendas físicas en constante expansión y, finalmente, por Internet tras el lanzamiento en 1996 de sensiseeds.com, la primera web del mundo de una empresa de semillas de marihuana.
¿Y por qué empezamos con la Afghani #1? Pues sencillamente porque era la variedad con la que se elaboraba uno de los tipos de hachís favoritos de Ben. En la década que precedió al lanzamiento del Sensi Connoisseurs’ Club, The Seed Bank of Holland y el Super Sativa Seed Club (los miembros fundadores de la historia holandesa de la crianza del cannabis), la situación de la marihuana cultivada en los Países Bajos era realmente mala. Los productos importados dominaban la emergente escena de los «coffeeshops».
Ravi, el hijo de Ben, que también trabaja en la empresa, continúa con la historia: «La gente fumaba hierba tailandesa, colombiana y jamaicana. Todo era importado. Y hachís libanés, marroquí, nepalí y, sobre todo, afgano. Pocos fumaban las variedades holandesas.

Existían variedades como la Willem’s Wonder y la Holland’s Hoop (ahora conocida como Holland’s Hope), las cuales formaron parte de las primeras semillas que ofrecía el Super Sativa Seed Club, pero no eran muchas las personas que las fumaban. En general, la gente empezó a cultivar marihuana en Holanda posteriormente».
Un «bocadillo afgano»
En aquella época, Ben trataba de pasar desapercibido en sus actividades relacionadas con la marihuana, como hacía la mayoría de la gente que exploraba los límites de la emergente tolerancia hacia el cannabis que propugnaba el gobierno holandés en los años 70. En Rotterdam tenía una tienda de bocatas en la que vendía un broodje Afghaan, un «bocadillo afgano» en español. Esta delicia consistía en un bocadillo normal acompañado de un trozo de hachís afgano a modo de guarnición.
Como es natural, cuando Ben viajaba quería visitar los lugares donde se producía su hachís favorito y conocer las plantas que lo hacían posible. En vista de este interés, los campesinos que lo cultivaban le sugerían que se llevara algunas semillas.
La Afghani #1 apareció en el primer catálogo de Sensi Seed Club en 1985. Ravi tenía 9 años, y por aquel entonces ya había visto en persona el origen de esta variedad:
«Uno de mis primeros recuerdos se remonta a mi estancia en Afganistán cuando era pequeño. Mi padre quería hacerse fotos con los muyahidines y, de hecho, una se utilizó en el catálogo. No sé si yo estaba allí cuando se hizo esa foto, pero hay fotos mías en Afganistán siendo un niñito de pelo rubio, y eso ocurrió justo cuando empezó todo».
Desde ese debut revolucionario y discreto, la Afghani #1 se ha utilizado en variedades tan premiadas como la Runtz y la Wedding Cake. En Internet, las bases de datos históricas relativas a la crianza de cannabis documentan muchísimas más, y eso sin contar todos los cruces caseros de aficionados expertos que son leyendas en sus propios círculos.
Como es lógico, los propios criadores de Sensi Seeds siguen utilizándola. Es irrefutable que la Afghani #1 provocó, y sigue provocando, un gran impacto en el mundo del cannabis.
Efectos duraderos
En 1985 tuvieron lugar grandes acontecimientos que siguen resonando 40 años después. En Norteamérica salió a la venta la Nintendo Entertainment System, Sudáfrica puso fin a la prohibición de los matrimonios interraciales, los científicos del British Antarctic Survey anunciaron el descubrimiento del agujero en la capa de ozono, haciendo sonar las primeras alarmas de la crisis climática, y en Tokio se fundó el Studio Ghibli (creador de las películas favoritas de muchos fumetas).
Pero la Afghani #1 no fue la única variedad que supuso una revolución a nivel mundial tras su debut en un catálogo de semillas de 1985. La protagonista de nuestro siguiente capítulo ha ganado un número increíble de premios y es tan hermosa como sugiere su nombre. ¿Sabes cuál es? ¡Cuéntanoslo en los comentarios y comprueba en el próximo capítulo si has acertado!
Este artículo por entregas trata sobre la historia de Sensi Seeds y la crianza holandesa de marihuana. A lo largo del 2025 se irán publicando las nuevas entradas de forma periódica. ¡Síguenos en nuestras redes sociales y consulta esta página regularmente para no perderte nada!
Capítulo dos: Northern Lights, 1985
La Northern Lights es a la marihuana lo que los Rolling Stones a la música. Es una hierba que conserva hoy en día toda su grandeza, y que tiene la capacidad de sorprender y dar energía a su público a pesar de llevar toda la vida con nosotros. Podríamos ampliar fácilmente el famoso chiste: lo único que quedará después del apocalipsis serán las cucarachas, Keith Richards y la Northern Lights (Keith estaría encantado).
Se ha sampleado y remezclado. Los recién llegados la citan debido a su carácter modélico. Es una bestia que no tiene nada que envidiar a los gigantes contemporáneos, como la Zkittlez (que cuenta con Northern Lights #1 entre sus antepasados) y la familia Cookies.
Hoy día, el nombre de Northern Lights es prácticamente un sinónimo de la palabra marihuana, hasta tal punto que uno ni se plantea por qué se llamó así en un principio, pero es fácil de explicar: en aquellos tiempos se nombraba al cannabis en función de su lugar geográfico de origen (tailandés, mexicano, toda una serie de valles de la región del Himalaya), o según su olor (por ejemplo, skunk).

Sin embargo, algunas adquirieron su nombre por su aspecto, como es el caso de la Northern Lights según una de las interpretaciones más aceptadas, ya que sus flores maduras muestran un precioso reflejo verde intenso, salpicado de notas púrpuras y azules.
Otra versión de la historia afirma que la hierba original era tan potente que, al consumirla, provocaba unos efectos visuales similares a los de una aurora boreal (que es el significado de Northern Lights en inglés).
Ben introdujo la Afghani #1 original en los Países Bajos en forma de semillas «autóctonas». A su vez, en 1985, un grupo de criadores conocido como Northern Lights Crew creó y estabilizó en el noroeste del Pacífico otra potente variedad de marihuana.
A principios de los 80, otro criador destinado a convertirse en una leyenda, Nevil Schoenmakers, se hizo con algunas semillas de Seattle Greg, de Northern Lights Crew, un criador que sigue trabajando con Sensi Seeds en la actualidad. El hijo mayor de Ben, Alan, que recientemente recibió el Doctor Honoris Causa en Cannabis en Tailandia, así lo recuerda: «Se establecieron una serie de contactos valiosísimos. Greg trajo un montón de semillas etiquetadas con un sinfín de números: #1, #2, #3 y así sucesivamente».
Una hazaña premiada
La Northern Lights saltó a la fama en cuanto salió a la venta en los Países Bajos y sigue siendo una de las variedades de la vieja escuela más apreciadas en todo el mundo.
Cuatro años después de su debut europeo, la variedad #5 ganó la Cannabis Cup de 1989. Aquello fue el principio de un recorrido arrollador para el híbrido afgano y tailandés, que pasó a dominar las competiciones a un nivel nunca visto con anterioridad. Sólo el lanzamiento de la Jack Herer, descendiente a su vez de la poderosa Northern Lights, frenó su carrera meteórica.
Se menciona incluso en el revolucionario libro Marihuana: La medicina prohibida, del Dr. Lester Grinspoon. El profesor emérito de Harvard escribió en 2003: «La Northern Lights sigue siendo una de las variedades más fiables y potentes que existen». Tres años más tarde, Sensi Seeds lanzó finalmente una versión feminizada, y en 2013 una versión autofloreciente. Ambas han ganado múltiples premios.
La fundación de los clásicos modernos en la historia holandesa de la marihuana
La Northern Lights ha tenido varias iteraciones a lo largo del tiempo. La #5 es quizás la más conocida, en parte gracias a su descendiente de fama comparable, la NL#5 x Haze. Sin embargo, la #1 y la #2 han cobrado un mayor protagonismo en los últimos años, y las tres versiones aparecen en clásicos modernos como la Mimosa, la Purple Punch y la Apple Fritter.
Una mala época en Estados Unidos

En Estados Unidos, la segunda mitad de 1985 se caracterizó por la actitud de Ronald Reagan, que seguía ignorando tanto la inutilidad de su llamada Guerra contra las Drogas como la aterradora magnitud de la epidemia de SIDA en el país que se le había encomendado proteger. En octubre, cuando Reagan firmó la Ley Antidroga, se calculaba que más de 13.000 personas habían muerto de SIDA en el país desde 1980. Reagan no hizo ninguna referencia pública sobre esta enfermedad hasta septiembre de 1985.
Entre esta negligencia criminal y la absurda campaña «Basta con decir no» de su esposa Nancy, consiguieron destruir la vida de cientos de miles de personas cuyo único «delito» consistió en disfrutar de placeres que ciertas ideologías consideraban demasiado alejados de la corriente dominante como para merecer atención o dignidad.
En la Ámsterdam de 1985, donde Ben abriría una tienda al año siguiente, la escena de los coffeeshops ya estaba bien establecida. Además de ser el año en que debutaron la Afghani #1, la Northern Lights y el Sensi Seed Club, también marcó el décimo aniversario del coffeeshop Bulldog original.
La persistencia y la determinación generan cambios duraderos
Existe la creencia errónea de que las leyes holandesas se modificaron para allanar el camino que permitiera la apertura de coffeeshops, del mismo modo que la legislación estatal promulgada en Estados Unidos facilitó la apertura de dispensarios. Pues, amigo mío, es justo al contrario. Lo que contribuyó a que la legislación cambiara fue la obstinación repetida y constante de los fundadores de los coffeeshops, que se negaron a dejar de vender hierba y hachís junto al té y el café.
Siguiendo los pasos de los primeros activistas holandeses a favor de la marihuana, como Robert-Jasper Grootveld y Kees Hoekert de la Lowlands Weed Company, personas como Ben y Henk de Vries, de los coffeeshops Bulldog, afrontaron múltiples detenciones sin abandonar su actividad.
Cuando Ben se enteró de que la venta de semillas de marihuana era completamente legal según la legislación holandesa, su negocio pasó de producir cogollos a producir semillas. Al ser un empresario casado y con cuatro hijos en edad escolar, no disponía de mucho tiempo libre. Sin embargo, los breves periodos en la cárcel (el más largo fue de seis semanas) le permitieron dedicar tiempo a la investigación.
La cárcel como una oportunidad para investigar

Ben nos cuenta: «Una de las últimas veces que estuve en la cárcel estudié a fondo la Opiumwet, la ley sobre drogas. En ella leí que todas las partes de la planta están prohibidas excepto las semillas. Así que, cuando salí, acudí a un famoso abogado especializado en agricultura. Le pregunté por qué no podía cultivar las semillas si no estaban prohibidas.
Me respondió que era una buena pregunta y que volviera al cabo de un par de semanas. Le pagué mucho dinero, creo que unos 6.000 florines de aquella época [unos 7.000 euros actuales – S.]. Dos semanas después volví a su despacho y me dijo: “Sí, creo que puedes. No debería haber ninguna objeción si sólo cultivas las semillas”.
Así pues, me puse manos a la obra. Abrí la tienda en Ámsterdam, y acudí a una famosa empresa holandesa de semillas llamada Pieterpik, que vendía semillas a los turistas (girasoles, tulipanes, lo que fuera), les compré un montón y abrí una tienda de semillas». En ese momento Ben esboza una amplia sonrisa.
Oculto a plena vista
«¡Sabía que si abría una tienda que vendiera únicamente semillas de marihuana resultaría muy sospechosa! Así que vendía todo tipo de semillas, incluyendo una extensa sección exclusiva dedicada a las semillas de cannabis. Pronto se enteró todo el mundo, y todos me visitaban.
Es preciso señalar que nadie cultivaba en aquella época, casi nadie. En ese momento no era de dominio público la idea de que podías cultivar marihuana, y menos en los Países Bajos. Hace demasiado frío, el clima no es bueno, eso pensaba todo el mundo. Pero yo lo había hecho años atrás en un pequeño ático con un amigo. Montamos una estructura en forma de tipi usando tubos fluorescentes, pusimos la planta en medio y funcionó.
A partir de ahí empecé a hacerlo en un pequeño invernadero, y aquello funcionó, y me volvieron a pillar, y otra vez… hasta que abrí la tienda de semillas, porque sabía que así emplearía bien mi energía».
Poco después de abrir la tienda de semillas, Ben entabló una relación comercial con otro pionero de la marihuana, Nevil Schoenmakers. ¡Esta colaboración cambió la historia de la crianza holandesa de cannabis, al igual que la variedad que presentamos en el siguiente capítulo de este artículo!
Capítulo tres: Skunk #1, 1987
En marzo de 1987, el mundo estaba inmerso en un proceso de maduración que abarcaba desde mediados hasta finales de los ochenta. Para la Generación X, los años setenta parecían muy lejanos, mientras que los Boomers aún estaban asimilando el final de esa década.
En el acomodado occidente, la marihuana había caído un poco en desgracia como droga recreativa. Era la época de ganar mucho dinero, celebrar las posesiones materiales y llevar trajes con hombreras gigantescas. La marihuana recordaba demasiado a los hippies, al amor libre y a viejos con ponchos de colorines. Además, en general, el cannabis no era de muy buena calidad.
La llegada de las Skunks lo cambió todo

La fascinación que compartían Nevil y Ben por coleccionar nuevos tipos de genéticas de marihuana se vio potenciada cuando llegaron las variedades Skunk de Estados Unidos.
Este relato también se ha tratado con más detalle en otro artículo de este blog. Como ocurre con gran parte de la historia que rodea la crianza holandesa de marihuana, existe más o menos consenso sobre los orígenes generales y a menudo se discute sobre los detalles (lo cual, independientemente de lo que pienses al respecto, mantiene el interés). Un punto de partida excelente para conocer la historia de la Skunk #1 lo encontramos en esta entrevista con Sam the Skunkman.
Sam suministró semillas de Skunk #1 a un puñado de criadores de Ámsterdam, y Nevil fue uno de ellos. Tras algunos retoques, Nevil publicó esta variedad de semillas en el catálogo de 1987 de The Seed Bank of Holland. Él no lo sabía, pero acababa de cambiar el curso de la historia holandesa de la crianza de marihuana.

Para entonces, Ben ya vendía las semillas de Nevil junto con las suyas propias en la tienda de Sensi Connoisseurs’ Club. Se propagó la noticia de que allí se podían conseguir semillas de marihuana sin ningún problema y Nevil empezó a anunciarse en la revista High Times. Ben hacía malabarismos con las exigencias de su floreciente negocio y su creciente familia: «¡Me mataba a trabajar, pero luego nos tomábamos unas largas vacaciones!».
Las Skunks tuvieron tanto éxito en cultivos de interior que se cruzaron con casi todo, siendo posiblemente la variedad con más descendientes que llevan su nombre. Sólo Sensi Seeds produce unas 20 variantes. En 2007, se lanzó una versión feminizada de la Skunk #1 original, a la que siguió una autofloreciente en 2013.
No tardaron en subirse al carro otros bancos de semillas. Cada nueva generación de híbridos daba lugar a genéticas estelares creadas a partir de una Skunk #1: Papaya, Mimosa, Apple Fritter y Blue Dream, por citar algunas.
La High Times Cannabis Cup desconocida
Todo el mundo sabe que la Skunk #1 ganó la primera High Times Cannabis Cup, la cual se celebró en Ámsterdam en 1988. Lo que es menos conocido (de hecho, sólo lo sabían un puñado de personas hasta la publicación de este artículo) es que, según Ben, la primera High Times Cannabis Cup tuvo lugar en 1987. ¡Y la Skunk #1 también la ganó!
Ben: «Fue en 1987. Yo tenía un pequeño restaurante en Rotterdam que se llamaba Yum Yum. Ya conocía a Nevil. Ed Rosenthal me propuso la idea de la High Times, ¡pero sólo disponía de 600 dólares para organizarla! Así que la celebramos en mi restaurante. Y esa fue la primera Cannabis Cup. No gané ningún premio», bromea riéndose.

«Allí estaban Kees Hoekert y Robert-Jasper Grootveld, los dos pioneros de la escena cannábica de Ámsterdam. En el barco [el Witte Raaf, sede de la Lowlands Weed Company – S.] no vendían semillas de marihuana, pero sí plantas y semillas de cáñamo. Pequeñas plántulas de cáñamo por un florín cada una. Chicos majos, muy majos, me encantaban.
Así que Ed Rosenthal y yo estábamos allí. Éramos unos tres concursantes y unos cinco jueces, y así empezó la American Cannabis Cup. Y más tarde, se convirtió en esto…». Gesticula, haciendo el movimiento de una noria.
La mayoría de los lectores sabrán que la Cannabis Cup fue ganando en magnitud y popularidad con el paso del tiempo. En los primeros años, la legislación estadounidense impedía a los organizadores celebrar en el país una fiesta de tres días dedicada a la horticultura recreativa. Pero Ámsterdam, con sus cientos de coffeeshops y su infraestructura turística en pleno funcionamiento, era el lugar ideal.
Esta situación cambió gradualmente con el lento pero constante avance de la marea verde. A pesar de que el presidente estadounidense Ronald Reagan y su esposa Nancy pusieron todo su empeño en hacer creer al mundo que la marihuana era letal y que el SIDA no existía, personas como Brownie Mary les demostraban punto por punto que eran unos mentirosos.
Durante la crisis del SIDA, los esfuerzos de la comunidad queer para conseguir que el consumo medicinal de la marihuana fuera legal iniciaron un cambio que sigue en marcha en la actualidad (y puedes apostar a que una gran parte de esa hierba medicinal estaba vinculada a la Skunk #1). Pero a medida que la legislación norteamericana se ampliaba para incluir tanto el uso recreativo como el medicinal, la legislación holandesa se endurecía.
Al abrirse una puerta, se cierra otra
En Ámsterdam se redujo drásticamente el número de coffeeshops. Con las leyes antitabaco que afectaban a los locales públicos, se acabó el hacer la vista gorda con la gente que se fumaba un canuto. Así, celebrar un evento dedicado a la marihuana en Estados Unidos, con un marco jurídico bien definido con respecto al consumo de cannabis, resultaba ahora más fácil que hacerlo en los Países Bajos, donde el destartalado entramado de la política de tolerancia sólo generaba zonas grises despenalizadas.

La situación era tan preocupante que, en 2013, en la 26ª High Times Cannabis Cup celebrada en suelo holandés, la seguridad del evento reprendió a Ben por regalar hierba. Irónicamente, fue el mismo día en que ingresó en el Salón de la Fama de la Cannabis Cup.
La Skunk tiene una vida propia
«Skunk» es ya un sinónimo de «marihuana» de una forma que otras variedades (incluida la diva verde del mes pasado, la Northern Lights) sólo pueden soñar. Es tan famosa que incluso se usa su nombre para difamar, sobre todo en los medios de comunicación de masas, donde se describe regularmente como un tipo especial de hierba tan fuerte que ya ni siquiera es cannabis.
En otros círculos, su nombre se ha convertido en una forma de decir «marihuana de buena calidad». El servicio de ayuda sobre drogas del Reino Unido «Talk to Frank» describe la «hierba» como una planta de color verde parduzco que «puede parecer hierba seca». Sin embargo, la Skunk es «brillante, de color verde pálido u oscuro y cubierta de diminutos cristales». Frank parece ignorar que se trata de la misma especie y, obviamente, nunca ha cultivado marihuana. Basta con tener un poco de experiencia práctica para saber que el entorno de cultivo influye enormemente en el aspecto del resultado final, sobre todo en un clima tan poco propicio como el del Reino Unido.
Los Países Bajos «disfrutan» de unos problemas similares en lo que respecta al cultivo al aire libre. Cuando la Skunk #1 se lanzó en este país en el año 1987, apenas había hierba de buena calidad disponible, a pesar de la ahora floreciente escena de los coffeeshops.
En Holanda, cultivar marihuana en casa era una tarea ardua: había que dedicar mucha energía a la supervivencia, en lugar de desarrollar flores abundantes. Existían variedades de exterior como la Willem’s Wonder y la Holland’s Hoop, la cual fue rebautizada posteriormente como Holland’s Hope (hoop significa «esperanza» en neerlandés y wonder «milagro», lo que indica lo difícil que era cultivar marihuana con éxito en un jardín holandés). Eran un recuerdo de la gloriosa historia de los Países Bajos como nación productora de cáñamo industrial, más que potenciales ganadores de la Cannabis Cup.
Alan lo resume así: «Muchas variedades no eran buenas. En los Países Bajos, los hippies sólo cultivaban semillas de cáñamo. Así que, en un primer momento, las variedades que trajo Sam the Skunkman parecían ser algo que por fin funcionaba. Estas sí que viajaron de Estados Unidos a Holanda».
Se ríe, recordando la impresión que le causaron las nuevas variedades: «Era muy joven, pero recuerdo la primera vez… como es natural, nunca la olvidé, ¿sabes?, cuando mi padre me enseñó aquel pequeño cogollo verde». Sin duda, supuso un gran cambio con respecto a las flores parduscas y parecidas al cáñamo a las que Alan estaba acostumbrado.
La marihuana importada no era mucho mejor que los cultivos de exterior holandeses tradicionales. Se secaba rápidamente, se comprimía en ladrillos fibrosos y se ocultaba en diversos escondites sin ventilación hasta que llegaba a los Países Bajos, aterrizando normalmente en Rotterdam, la ciudad natal de Ben. Parte de la hierba emprendía el viaje desde antiguas conquistas coloniales holandesas, como Indonesia, siguiendo la misma ruta marítima que transitaban las especias, el café y el opio unos cientos de años antes.
El comercio de hachís no estaba exento de riesgos

Los coffeeshops se inclinaron por el hachís, pues era más fácil de ocultar y transportar, ofrecía un mayor precio por gramo, era más potente y su inhalación resultaba más agradable. El hachís rubio de Marruecos y el hachís negro de Afganistán dominaban la escena de los coffeeshops.
A pesar de que todavía no existía ningún límite sobre la cantidad de marihuana que podía almacenar un coffeeshop, el comercio de hachís no estaba exento de riesgos. En Ámsterdam, en noviembre de 1987, una redada en The Bulldog se saldó con la incautación de «una gran cantidad de hachís» y 30 detenciones.
Mientras tanto, Ben estaba ocupado produciendo grandes cantidades de hachís. Lo utilizaba, junto con unos impresionantes cogollos de hierba (para la época), en la decoración de los expositores del recién inaugurado Centro de Información sobre la Marihuana, situado junto a su tienda de semillas. ¿Qué podía salir mal? ¡Descúbrelo en el próximo capítulo!
Capítulo cuatro: Hash Plant, 1987
Cuando aún no conocía la historia de la crianza de marihuana en los Países Bajos, pensaba que el nombre de Hash Plant (planta de hachís) resultaba un tanto gracioso. Sonreía al imaginarme un arbusto verde y rechoncho en el que crecían grandes ladrillos de hachís estampados con la marca del fabricante y envueltos en un papel celofán, brillando al sol como frutas maduras. ¡Ojalá todo fuera así de sencillo!
Quienes hayan leído los capítulos anteriores deducirán fácilmente el origen del nombre de esta potente variedad del Himalaya. Ben y sus contemporáneos, tanto en los Países Bajos como en los Estados Unidos, se enamoraron del hachís antes de poner un pie en Asia. Las plantas de hachís (literalmente, las plantas a partir de las cuales se elaboraba ese hachís) eran lo que buscaban cuando llegaron a esa región.
Plantas de hachís, plantas de hachís por todas partes

Y los futuros criadores las encontraron. Valles y laderas plagadas de «plantas de hachís», cargadas de los tricomas y terpenos que constituyen los sabores y efectos inconfundibles del clásico hachís afgano. Lo que empezó siendo una simple descripción del ejemplar más arquetípico de sus descendientes emigrados («esta es una auténtica planta de hachís, ¿sabes?») se convirtió en el nombre oficial.
La Hash Plant llegó a Sensi Seeds a través de Nevil, pero es difícil saber cómo la consiguió. El catálogo del Seed Bank of Holland del año 1987 indica que sus semillas de Hash Plant son el resultado de clonar una Hash Plant del noroeste de Estados Unidos cruzada con una Northern Lights #1. Alan cree que el clon podría proceder de Sam the Skunkman, pero también podría haber sido un intercambio o un regalo de un desconocido.

Nevil se anunciaba en High Times, y eso aumentó el número de personas que se presentaban en su domicilio para hablar e intercambiar genéticas en sus diversas formas. Quizá alguna de ellas le entregó la mercancía. Alan recuerda que esto era habitual durante los años que estuvo trabajando con Nevil.

El mismo año en que la Hash Plant apareció por primera vez en un catálogo del Seed Bank of Holland, la revista High Times publicó un artículo dedicado a Nevil, su negocio y la mansión del siglo XVII que ambos ocupaban. La llamaron el «Castillo del Cannabis», y Nevil era «el hombre que se convertiría en el Rey de la Marihuana» (lo que puede sorprender a los que recordamos a Arjan, de The Green House, reclamando ese título en los años 90).
El primer Rey de la Marihuana
El artículo lo escribió Steve Hagar, el cual llegó a ser redactor jefe de la revista High Times. A mediados y finales de la década de los 80, la High Times era sobre todo una guía generalista de drogas recreativas. En sus páginas se hablaba mucho de cocaína, LSD y similares. Sin embargo, esta orientación cambió con la llegada de los editores Steve Hagar y John Howell. Tal vez inspirados por sus viajes a Holanda, en 1988 decidieron centrarse exclusivamente en la marihuana y suprimir el resto de drogas de la revista.

El artículo convirtió inmediatamente a Nevil en el proveedor de genéticas de marihuana de calidad más conocido entre el público general estadounidense. Hasta ese momento, la única forma de conseguir semillas era a través de contactos, y era difícil dar con ellos cuando los cultivadores tenían que ser extremadamente reservados con sus actividades. Su lema era «no lo cuentes, no lo vendas, no lo huelas», por no hablar de «no publiques tu nombre, dirección y fotos de tu cultivo en una revista de tirada nacional».
Llevando la Hash Plant a los jardines de Europa y Estados Unidos
Así fue cómo, de un día para otro, uno podía enviar un par de dólares en un sobre y recibir a cambio un catálogo de venta por correo. De esta forma, se podían hacer pedidos de semillas de Hash Plant, acercando así esta planta a personas que no habrían podido cultivarla por otros medios. Fue una excelente noticia para los cultivadores estadounidenses, pero las consecuencias legales para Nevil fueron muy duras.
Mientras tanto, en Ámsterdam, Ben se enfrentaba a sus propios problemas jurídicos. Su tienda de semillas estaba ubicada en el pintoresco y rojo corazón de la ciudad, al lado de lo que antes había sido un almacén y taller de reparación de bicicletas. Unas puertas dobles bastante anchas daban paso a un espacio largo, estrecho y sin ventanas que discurría paralelo a la tienda. La ausencia de ventanas suponía un mayor espacio de exposición. Sería un museo ideal.

Así lo pensó Ed Rosenthal, amigo de Ben, cultivador estadounidense de marihuana y residente adoptivo de la ciudad de Ámsterdam. Disponía ya de una formidable colección de artefactos relacionados con el cannabis y había pedido prestados muchos más. Sería estupendo compartirlos con el público. El museo se inauguró extraoficialmente, sin ningún revuelo ni fanfarria, a mediados de los años ochenta.
Ed, al igual que Ben, quería divulgar información útil sobre la planta y sus usos. Precisamente el nombre original era «Centro de Información sobre la Marihuana». El objetivo era nada menos que restituir el prestigio de la planta más ilegal del mundo ante la opinión pública.
Continuando un legado de protestas y provocaciones
La decisión de colocar en los expositores una gran cantidad de marihuana seca auténtica y grandes trozos de hachís no hizo más que añadir más madera a cierta irreverencia ante la legalidad. Los Provos se habrían sentido orgullosos de ver cómo continuaba su legado.
Pero el hecho de colocar en expositores artículos que se utilizaban en el contrabando de hachís y que dejaban explícitamente claro que tales objetos (la mayoría de los cuales estaban al alcance de cualquiera, como pelotas de tenis, cintas de casete y consoladores) se empleaban para infringir la legislación internacional, hizo sonar las alarmas en el Ministerio de Justicia holandés, el cual consideró que se habían pasado de la raya.
La rueda de prensa que se celebró en la inauguración oficial, el 2 de abril de 1987, atrajo la atención del ayuntamiento y las autoridades de Ámsterdam, así como la de periodistas de diversos periódicos. El Ministerio de Justicia ordenó su cierre al día siguiente y retiró los objetos expuestos que contenían cogollos de marihuana y hachís. Pese a ello, al día siguiente volvió a abrir sus puertas con el nombre de The Hash Info Museum (Museo de Información sobre el Hachís), que más tarde se convirtió en The Hash, Marihuana & Hemp Museum (Museo del Hachís, la Marihuana y el Cáñamo). ¡Una vez más, la pasión por el hachís brilla con luz propia!

En el resto del mundo, 1987 fue el año en que Aretha Franklin se convirtió en la primera mujer en entrar en el Salón de la Fama del Rock & Roll. Lo celebró cantando a dúo con George Michael (que conocía bien la marihuana) un tema cuyo título podría haber sido el himno de un traficante de hierba: I Knew You Were Waiting For Me (sabía que me estabas esperando).
Los Beastie Boys, a quienes se atribuye la difusión de la «concienciación sobre la marihuana en el hip hop» junto con los fans del Hash Info Museum Cypress Hill, fueron un paso más allá con su tema (You Gotta) Fight for Your Right (To Party!) (¡Tienes que luchar por tu derecho a divertirte!). Aunque hoy en día parezca una canción infantil, esta melodía sencilla, gritona y saltarina se consideró escandalosa y ofensiva en su momento.
El verano de las latas

Los brasileños, más que luchar por su derecho a salir de fiesta, se limitaron a nadar o a pescar en la playa. El verano de 1987 se conoció como el Verão da lato (el verano de las latas) a raíz de un curioso incidente: un barco que transportaba 22 toneladas de marihuana clandestina ocultas en latas de conserva arrojó toda su carga al mar mientras lo perseguían las autoridades brasileñas.
Se calcula que unas 15.000 latas fueron navegando alegremente hacia la costa, como perezosos peces metálicos, arrastradas por las mareas. Muchas llegaron a las playas, donde los lugareños las encontraron y disfrutaron de ellas. Cuando se corrió la voz, los pescadores, surfistas y cualquier otra persona capaz de sortear las olas se lanzaron a recoger las latas antes de que llegaran a la orilla. Tampoco llegaron muchas a la policía: sólo se recuperaron 2563 latas.
Dibujos animados y marihuana

El último acontecimiento impactante de nuestra lista de 1987, pero no por ello menos importante, fue el debut de Los Simpson en The Tracey Ullman Show en forma de cortometraje animado. La serie, que sigue emitiéndose en la actualidad, ha abordado temas relacionados con el cannabis, tanto medicinal como recreativo, en los 40 años transcurridos desde su estreno.
Los Simpson inspiraron a la serie de dibujos animados American Dad, la cual incluía un episodio en el que se citaba a Ben Dronkers como pionero del cannabis y se le atribuía la invención de la Gorilla Glue. Aunque no se trata de una variedad de Sensi Seeds, la Gorilla Glue tiene antepasados comunes con la Hash Plant debido a las profundas raíces históricas que tiene la marihuana en los Países Bajos.
La base de datos Seedfinder enumera 45 descendientes directos de la Hash Plant, tanto de Sensi Seeds como de otros criadores que han querido aprovechar su abundante resina y sus cogollos de gran tamaño. De la mano de Sensi nos llegan clásicos de la vieja escuela como la Black Domina, así como variedades más recientes como la LA Sugar y la Tezla OG, lo que demuestra que no ha disminuido el orgullo y la pasión que sienten por la Hash Plant. El más famoso de todos los cruces de la Hash Plant es, sin duda, Mr Nice.
Date el capricho
Mr Nice es un homenaje al infatigabe contrabandista, autor y leyenda galesa Howard Marks. Es un cruce entre una G13 y una Hash Plant. La G13 es en sí misma un mito y una maravilla, incluso para los estándares de la historia holandesa del cultivo de marihuana. Se dice que era un clon que se sacó clandestinamente de un laboratorio del gobierno de los Estados Unidos donde se hacían experimentos secretos para crear marihuana destinada a uso militar.

Alan no tiene muy claro que esta hipótesis sea cierta, aunque admite que es posible. No obstante, lo cierto es que la G13 sigue viva en el banco de semillas de Sensi Seeds. Alan la describió como una planta «de aspecto extraño y difícil de trabajar» (una descripción con la que me identifico personalmente) desde el momento en que la vio por primera vez. Cuarenta años después, su apariencia es incluso más extraña, pero es «fantástica para crear híbridos».
La estrella del próximo capítulo, y de los jardines de las regiones norteñas, es una variedad que es justo lo contrario de la Hash Plant en cuanto al «aspecto extraño y difícil de trabajar». La Early Skunk, un ejemplar espectacular que es muy fácil de cultivar incluso en climas fríos y húmedos, ha revolucionado el cultivo de exterior. ¡No te lo pierdas!